Panorama Católico

ZP Pierde la Calle

José Luis Rodríguez Zapatero es el presidente del Gobierno desde la aprobación de la Constitución que antes ha tenido que enfrentarse a protestas callejeras contra su política. En este mes de junio, la derecha española ha salido en manifestaciones dos veces, y este sábado 18 habrá una tercera, contra el reconocimiento de las parejas homosexuales.

José Luis Rodríguez Zapatero es el presidente del Gobierno desde la aprobación de la Constitución que antes ha tenido que enfrentarse a protestas callejeras contra su política. En este mes de junio, la derecha española ha salido en manifestaciones dos veces, y este sábado 18 habrá una tercera, contra el reconocimiento de las parejas homosexuales.

Escribe Pedro Fernández Barbadillo
Corresponsal de PCI en España

El socialista Rodríguez ganó las elecciones de marzo de 2004 gracias al efecto creado por los atentados terroristas del día 11, que causaron 192 muertos, y cuya autoría es cada vez más oscura. En su campaña, una de sus ideas-fuerza era el talante: un modo distinto de hacer las cosas, en el que se escucharía la voz de los ciudadanos. Aunque era puro sentimentalismo, muchas personas se lo creyeron, debido a la leyenda sobre la crispación de José María Aznar creada por la miríada de medios de comunicación izquierdistas y al carácter seco de éste.

El talante, como tantas otras promesas de Rodríguez, eran mentiras: nombramientos de altos cargos aprobados en el Parlamento; despolitización de la televisión pública, transparencia de la labor del Gobierno, reducción del precio de la vivienda… Sólo ha cumplido las promesas más perjudiciales para España: retirada unilateral (sin plantearla en el Parlamento ni comunicarla a los aliados) de las tropas españolas en Irak; derogación del Plan Hidrológico Nacional y de la reforma de la educación; regulación 500.000 inmigrantes ilegales; aprobación de una ley de matrimonio para los homosexuales, pacto con partidos separatistas, negociación con la banda terrorista ETA, etcétera.

Rodríguez tenía tiempo para recibir a miembros del lobby rosa, pero no para que se le entregasen los más de tres millones de firmas recogidas por grupos católicos a favor de la enseñanza de la asignatura de religión en los colegios públicos. Lo mismo ocurrió con la asociaciones de víctimas del terrorismo. Rodríguez agasajaba a Pilar Manjón, militante de extrema izquierda elegida presidenta de una de las asociaciones de afectados (así se llama) por el 11-M, que ha declarado que los culpables de los atentados fueron Aznar, George Bush y Tony Blair, mientras que daba con la puerta en las narices a las asociaciones de víctimas del terrorismo de ETA y de otras bandas de izquierdas (como el GRAPO). Lo más indignante era que estas diferencias las hiciese alguien que se llenaba la boca con las palabras “talante”, “diálogo”, “paz” y “ciudadanía”.

Negociación con ETA

La gota que colmó el vaso de muchos millones de ciudadanos fue la aprobación por el Congreso a instancias de Rodríguez, y con la única excepción del PP, de una declaración en que prometía a negociar con ETA, autora de casi mil asesinatos, si ésta abandonaba las armas. Después de 40 años de actividad, ETA había sido acorralada y casi vencida gracias a la labor implacable de José María Aznar; incluso se había conseguido expulsar de los ayuntamientos y demás Administraciones al brazo político de los etarras, con lo que eso suponía de pérdida de dinero, prestigio, medios (el censo electoral) y empleos para los acólitos de los terroristas.

En pocos asuntos son más sensibles los españoles que en el terrorismo. La irritación popular fue tal que la Asociación de Víctimas del Terrorismo, con la colaboración de otras organizaciones (Foro de Ermua, Covite, Foro El Salvador…) y sindicatos policiales, se convocó la manifestación del día 2 de junio. Ningún partido se sumó a ella salvo el PP. Yo estuve en ella y el éxito superó las expectativas: un millón de españoles salieron a la calle. A diferencia de las manifestaciones convocadas por el PSOE y la extrema izquierda con motivo de la guerra de Irak y otros sucesos (el naufragio del petrolero Prestige en Galicia), no hubo incidentes, ataques a sedes de partidos adversarios, golpes; la Policía no intervino en ningún momento. En enero la misma asociación había convocado otra marcha y a ella acudimos entre 40.000 y 50.000 españoles. ¡En menos de cinco meses la asistencia se multiplicó por 20!

Rodríguez y sus ministros y conejeros estaban tan convencidos de que la derecha no salía a la calle que quedaron impresionados. La prueba es que ZP declaró al día siguiente que él escucharía a los ciudadanos (no dijo que les fuese a hacer caso) y en seguida concedió una audiencia a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, a la que antes se había negado a recibir.

El sábado 9, la siguiente manifestación, convocada por el Ayuntamiento de Salamanca (PP), fue contra el troceamiento del Archivo de la Guerra Civil por exigencia de los nacionalistas catalanes, aliados del Gobierno socialista. En 1995, con otro Gobierno socialista en Madrid, el alcalde de entonces, socialista, montó otra manifestación por el mismo motivo, a la que asistió el hombre de confianza de Rodríguez, Jesús Caldera, actual ministro de Trabajo y ahora partidario de hacer aquello a lo que él se opuso. Los asistentes de la manifestación de 1995 se calcularon entre 50.000 y 55.000, mientras que los de 2005 superaron los 85.000 y se acercaron a los 100.000.

Contra el ‘matrimonio homosexual’

La tercera prueba para la derecha es la manifestación del día 18, convocada por el Foro de la Familia, contra el proyecto de ley que modifica el Código Civil para adaptarlo a las parejas homosexuales. La Conferencia Episcopal ha anunciado su apoyo al acto; de hecho, asistirán algunos obispos (uno de los que ha anunciado que no irá es el cardenal Amigo, arzobispo de Sevilla y consagrado que entró en el cónclave para elegir al nuevo Papa). El Partido Popular, que no ha convocado de manera oficial ninguna de ellas aunque las ha apoyado con transporte y peticiones a sus afiliados para que asistan a ellas, hará lo mismo esta vez.

El Gobierno sigue dando muestras de su talante. El Ministerio del Interior ha recortado el trayecto solicitado por el Foro de la Familia en más de la mitad. Sin embargo, la caravana montada por los homosexuales para el día de su orgullo podrá partir sin tropiezos, como ya ha hecho otros años. Esta discriminación (concepto que detesta Rodríguez sólo si afecta a sus votantes) indica que aunque se congregase media España en la calle para pedir al PSOE que retirase su ley no lo haría: antes las ideas horrendas que las personas y el bien objetivo.

Lo bueno es que la derecha y los católicos (elementos a veces coincidentes, pero no siempre) han perdido el miedo a salir a la calle a defender sus derechos la una y la verdad los otros. En consecuencia, Rodríguez está sufriendo una pérdida de legitimidad enorme en la democracia de la imagen como en la que vivimos. Pero también observamos con alegría que el pesimismo y la desgana que tradicionalmente han agarrotado a los votantes de derechas y los católicos se están desvaneciendo. Lo impensable ha ocurrido debido a las afrentas a los católicos perpetradas por el PSOE. ¡Qué cierto es que la persecución refuerza la fe!

La última conclusión es la siguiente: si en España es posible disputarle la calle a la izquierda, también lo es en Argentina. Y después de la calle, quizás venga el combate en la cultura y los medios de comunicación.

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