Cabalgata de los Mártires de la Tradición
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Entre los días 21 y 27 de febrero participamos de una experiencia extraordinaria.
Escribe Marcelo González Allí, durante los días del plenilunio, 50 jinetes de la Argentina, México, Colombia, Francia… partieron cabalgando desde las márgenes del Río Colorado, durante cinco días, por la durísima pampa seca, en una inmensidad sobrecogedora, bajo calores extremos, a lo largo de 160 kms. para llegar en peregrinación hasta las sierras de Lihué Calel, donde el día 27, acompañados ya por más de 200 asistentes de todo el país y el exterior, se consagraron al Corazón Inmaculado de María y participaron de la Santa Misa de campaña, invocando la protección de los Mártires de la Tradición Católica. Luego de un cordial asado multitudinario, escucharon las palabras de cierre de la peregrinación a cargo de diversos invitados. La fiesta culminó con la subida al cerro y el fogón criollo final. Los 5 días de cabalgata comenzaron también con la Santa Misa -siempre según el Rito Tradicional- la cual se celebró este año diariamente, a cargo del capellán de la peregrinación, P. Ezequiel Rubio, quien participó en toda la cabalgata y ofreció diversas conferencias espirituales y doctrinales, confesó y asesoró espiritualmente a los participantes. También hubo exposiciones, en rueda de fogón, sobre diversos temas doctrinales, culturales e históricos, centrándose en el eje de la Hispanidad, encarnación de la catolicidad Hispana, cuyas gestas más gloriosas son motivo de orgullo para todos los herederos de la tradición española: la reconquista de la Península del poder de los musulmanes, la Evangelización de América -incomparable aventura fundacional política y religiosa.- La guerras contra los invasores ingleses (1806 y 1807) y las guerras de la Confederación argentina contra Inglaterra y Francia en 1845. Las tres Guerras Carlistas, en las que miles de defensores de la línea católica tradicional de la monarquía española dieron su sangre para preservarla de la influencia masónico liberal. Y finalmente la guerra española de 1936-39, también conocida como la «Cruzada», en las que fuerzas nacionales, con fuerte presencia de los requetés, herederos de la gesta carlista del siglo XIX, derrotaron por las armas a los comunistas, y recuperaron España por casi 40 años de su influencia. Tampoco se dejó en el olvido la Guerra de las Malvinas, algunos de cuyos combatientes honraron la comitiva con su presencia y palabras. Pero esta recordación fue más amplia todavía. También se celebraron los mártires de la Vandée, los defensores de la Puerta Pía, en Roma… los Cristeros mexicanos, los perseguidos por las fuerzas anticatólicas en el mundo entero. A todos ellos, los muertos en defensa de la Iglesia se invocó y recordó. Como acto culminante se leyeron las palabras de un mensaje de salutación de S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón .
Los cabalgantes lucieron un escudo que bajo el lema «tradere», entregar, simboliza los ideales del caballero católico hispanoamericano. En el campo superior, negro, color heráldico de la caballería, la Cruz del Sur resplandece como referencia segura e inalterable en la inmensidad de la Pampa. Un caballo criollo negro sobre dos campos, blanco uno y azul celeste uno el otro, nos recuerdan la inserción histórica de los ideales caballerescos en la realidad americana. Los colores de dichos campos representan la bandera patria argentina, tomados del manto y túnica de la Inmaculada. Por debajo del blasón se insinúan las aspas de San Andrés, en rojo, símbolo de la tradición carlista. Y siete borlas rojas -las siete virtudes, tres teologales y cuatro cardinales- rodean el blasón. El color simboliza la práctica en grado heroico, hasta el derramamiento de la sangre. Por encima, entre el lema y el blasón una cruz, primera representación logotípica de la Hermandad de Nuestra Señora de las Pampas, asociación de fieles de tiene cerca de 60 años de antigüedad, con aprobación pontificia y cuyas autoridades actuales están a cargo de la organización de esta fiesta anual. Sobre la Hermandad de Nuestra Señora de las Pampas hablaremos más extensamente en otros artículos. Digamos brevemente que se trata de una confraternidad de propietarios rurales que se unieron para santificar la vida en sus establecimientos, por medio de la oración y la práctica de las virtudes cristianas. Entre sus diversos objetivos está el velar por el bienestar espiritual y material del personal de las estancias, la oración cotidiana del Santo Rosario y la Salutación Angélica. De hecho hemos podido comprobar la solicitud de sus miembros por el personal a su cargo, lo que supone muchas veces viajes de cientos de kilómetros para asistirlos en sus necesidades (de salud, familiares, etc.).
Pero volviendo a la cabalgata, cada año se toma un tema central de meditación, el cual fue en este los 400 años de la publicación del Quijote, libro paradigmático de la Hispanidad, y figura arquetípica del caballero español. Se recordó la divina locura de la cruz y la encarnación de esta locura en la figura del caballero, que ofrece su vida en el servicio de Dios, con la Santísima Virgen por Señora y la Santa Iglesia por madre. La defensa desinteresada de las causas nobles: la verdad, la belleza, el bien. La fuerza al servicio de los pobres y desvalidos, de los oprimidos por la injusticia, de aquellos a quienes se les ha hecho agravio material o moral. La heterogeneidad de los cabalgantes, mayoritariamente jóvenes, algunos casi niños, así también como hombres maduros: su diversidad de formación, origen y fortuna se vio extraordinariamente amalgamada por el espíritu de servicio, la camaradería, la alegría de los fogones y el compartir las penurias con el mejor espíritu. Particularmente emotivos fueron los rosarios al caer el sol, a lomo de caballo y el canto de la Salve Regina al galope en montonera, que retumbaba recordando en el silencio de la inmensa pampa ese exorcismo de la tierra infiel que fue el paso civilizador de los soldados cristianos, bajo los cascos de cuyos caballos la «tierra del diablo» se fue convirtiendo en «tierra de María». El gran regalo que hizo España a la Cristiandad desgarrada por el protestantismo. Dios mediante, el año próximo se realizará la 8va. cabalgata. Lo mismo que en esta, el enorme esfuerzo material y espiritual de la familia García Llorente, la generosísima y exquisita hospitalidad de todos ellos, encarnada en la persona de María de Jesús Gallardo de García Llorente, bajo la inspiración del fundador de la dinastía, don José Ramón, su esposo, fallecido en un trágico accidente en 2001, volverá a convocar a jinetes y acompañantes de toda Hispanoamérica y España.
Y se renovarán los lazos de amistad y los ideales comunes de los que vienen participando desde siempre, tanto como los que se van incorporando: ideales de catolicidad de la más pura cepa, ideales encarnados en la tarea cotidiana y en la prédica de una forma de vida noble, trascendente, esencialmente nuestra, hispánica y criolla, antigua y actual. Porque esa es la esencia de la Tradición: aquello que hemos recibido, que debemos entregar fielmente, y acrecentar con nuestra vida y nuestras obras. Tanto en el orden religioso y espiritual, como en el cívico y social. Siempre bajo la tutela maternal de la Inmaculada bajo cuyo amparo los cabalgantes y compañía se saludaban con la piadosa invocación: Ave, Cor Marie! Alocución de cierre de la cabalgata a cargo de D. Marcelo González, domingo 27 de febrero. Navegación de entradas |





