Panorama Católico

El derrumbe de la “Esperanza de la Iglesia”

Hemos oído en los últimos años que el único pecado que no se perdona es la “corrupción”, lo cual es, aparentemente, o al menos principalmente, la malversación de dinero. “Pecadores sí, corruptos no”.

Sin ponerse a analizar los motivos, vale la pena no olvidar la repercusión del llamado “Fifagate”. El hecho abrió una pústula de corrupción bien conocida por casi todo el mundo, aunque ahora sabemos detalles muy sorprendentes. Todos ellos vinculados con la mentira, el fraude, el abuso de autoridad, la hipocresía, el pacto con los poderosos, el despilfarro de recursos, el lavado de dinero delictivo…

Hemos oído en los últimos años que el único pecado que no se perdona es la “corrupción”, lo cual es, aparentemente, o al menos principalmente, la malversación de dinero. “Pecadores sí, corruptos no”.

Pues bien, la “Copa América”, versión sudamericana del gran negocio planetario del fútbol nos muestra la “foto” de esa corrupción. Todo lo que está detrás de la organización, de lo que han dado cuenta los medios. Pero también la escasísima vergüenza de los protagonistas impolutos, hasta ahora, del deporte: los jugadores.

Hemos visto su desenfreno moral, su sistemática costumbre de mentir y fingir. La provocación obscena, el desprecio por toda autoridad en un juego que ha sido tradicionalmente jerárquico.

Borrachos, desenfrenados, violentos, vociferando insultos, pasando por encima de las autoridades del juego y de los equipos; brutalmente tatuados y con el cabello recortado como si fuesen bárbaros bajados de los bosques… eso sí, todos ellos persignándose, o algo parecido, muchos haciendo ciertos gestos, algunos en posición de rodillas, como si estuviesen rezando, gestos que parecen ser invocaciones a Dios.

Dios es para ellos, sin duda, un ente que ayuda al triunfo, pero que no reclama ningún código moral. Esta es la religiosidad de los jugadores de fútbol que en su gran mayoría han nacido católicos. Y de los “hinchas”. Este es el resultado de décadas de neoiglesia conciliar aplicado a la sociedad más católica del mundo, la sudamericana.

El papa futbolero los recibe y los adula. ¿Será porque representan lo mejor del Continente de la Esperanza en que se ha confiado la Iglesia? El papa seguramente hará alusión al equipo ganador, en particular si resulta ser el Argentino. Los veremos nuevamente en el Vaticano. ¡Héroes!

Allí está el hombre nuevo conciliar en su mejor expresión y el papa conciliar por excelencia en su más flagrante contradicción: adulando a los productos de su denostada corrupción.

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